Esta tarde en el supermercado motiva mi reflexión.
El super estaba particularmente atestado de gente, quizás por ser el último día del mes, quizás por ser viernes, tal vez por ambas causas, puede que porque los ciclos de muchas tarjetas de credito ya hubieran cerrado. Qui lo sa?
Treinta y pico de cajas, con largas colas de compradores con changos bien cargados dará una idea de la multitud que colmaba el lugar.
Sin apuro, mas con exacta idea de lo que necesitaba me dirigí directo a la zona fría, me coloqué los lentes, ya indispensables para ver los detalles de etiquetas, y observé: hamburguesas de pollo rebozadas caprese, de queso, de pollo con verdeo. De pollo con roquefort no había y éstas eran las que habìa ido a buscar. Sin toquetear, titubié un instante y decidí tomar un paquete de las de pollo con verdeo. Las probaría.
Me dirigí entonces a la secciòn panaderìa y esperé, ya que delante de la gòndola del pan del dìa embolsado por peso había tres o cuatro mujeres. He aquì el primer episodio. Dos de ellas hablaban mientras que la que estaba frente a las bolsas toqueteaba cada una de ellas, las miraba y luego las soltaba en el lugar. Por lo visto, luego de manosear unas cuantas decidió no llevar ninguna y se retirò del lugar sin más. Pensé en voz alta "¡Cómo somos los argentinos! Tocó todas las bolsas y al final no llevò ninguna. ¿Cuál es la necesidad de tocar, no nos alcanzan los ojos?" y otra mujer detrás de mi asintió, "es cierto". Tomé una bolsa y seguí mi recorrido.
Ya con lo necesario, que en total eran dos unidades, busqué una caja exclusiva para pocas unidades que resultó tener un máximo de doce. Delante de mi, una pareja cuyo chango a simple vista superaba ese máximo esperaba su turno. Al notarlo, podrán pensar que por metido mas yo quiero creer que por tratar de hacer una buena acciòn, comento con el señor que se habían equivocado de caja, que no los iban a atender porque èsta tenìa el tope de doce unidades. El caballero me dice "somos dos" a lo cual respondo que el limite tiene que ver con las unidades en la cuenta y no con la cantidad de gente que "empuja el carrito". La conversasiòn sigue y le explico que sólo se lo decìa por experiencia propia, ya que en una oportunidad, y no estando tan lleno el supermercado, debì cambiar de caja porque mi compra excedìa la cantidad máxima de items en tres elementos. El hombre insiste en que siendo dos correspondìan veinticuatro items, parecìa no entender. Le comento que justamente las cajas tienen ese límite para personas que, como yo, solo llevan pocas cosas y se las llama por algo "cajas ràpidas". Sigue en su obstinaciòn y me ofrece pasar primero. No gracias, le contesto, no es cuestión de apuro es cuestión de educación, para algo creamos reglas. Tal fue su empecinamiento que, llegadas doce unidades, hizo cortar y pagò la cuenta pero esperò a que su compañera pasase sus elementos y luego pagó la segunda cuenta!
De esta manera, violò o no la regla? Entiendo que sì, o quizá peor aùn, la acomodò a su conveniencia. El cajero no pudo poner objeciòn. Yo quedé pensando, ¿somos asì? o es que nuestra cultura siglo XXI tocó tope y comenzamos el retroceso, la caìda de valores que en una época tuvimos y hoy ya no cuentan?
El super estaba particularmente atestado de gente, quizás por ser el último día del mes, quizás por ser viernes, tal vez por ambas causas, puede que porque los ciclos de muchas tarjetas de credito ya hubieran cerrado. Qui lo sa?
Treinta y pico de cajas, con largas colas de compradores con changos bien cargados dará una idea de la multitud que colmaba el lugar.
Sin apuro, mas con exacta idea de lo que necesitaba me dirigí directo a la zona fría, me coloqué los lentes, ya indispensables para ver los detalles de etiquetas, y observé: hamburguesas de pollo rebozadas caprese, de queso, de pollo con verdeo. De pollo con roquefort no había y éstas eran las que habìa ido a buscar. Sin toquetear, titubié un instante y decidí tomar un paquete de las de pollo con verdeo. Las probaría.
Me dirigí entonces a la secciòn panaderìa y esperé, ya que delante de la gòndola del pan del dìa embolsado por peso había tres o cuatro mujeres. He aquì el primer episodio. Dos de ellas hablaban mientras que la que estaba frente a las bolsas toqueteaba cada una de ellas, las miraba y luego las soltaba en el lugar. Por lo visto, luego de manosear unas cuantas decidió no llevar ninguna y se retirò del lugar sin más. Pensé en voz alta "¡Cómo somos los argentinos! Tocó todas las bolsas y al final no llevò ninguna. ¿Cuál es la necesidad de tocar, no nos alcanzan los ojos?" y otra mujer detrás de mi asintió, "es cierto". Tomé una bolsa y seguí mi recorrido.
Ya con lo necesario, que en total eran dos unidades, busqué una caja exclusiva para pocas unidades que resultó tener un máximo de doce. Delante de mi, una pareja cuyo chango a simple vista superaba ese máximo esperaba su turno. Al notarlo, podrán pensar que por metido mas yo quiero creer que por tratar de hacer una buena acciòn, comento con el señor que se habían equivocado de caja, que no los iban a atender porque èsta tenìa el tope de doce unidades. El caballero me dice "somos dos" a lo cual respondo que el limite tiene que ver con las unidades en la cuenta y no con la cantidad de gente que "empuja el carrito". La conversasiòn sigue y le explico que sólo se lo decìa por experiencia propia, ya que en una oportunidad, y no estando tan lleno el supermercado, debì cambiar de caja porque mi compra excedìa la cantidad máxima de items en tres elementos. El hombre insiste en que siendo dos correspondìan veinticuatro items, parecìa no entender. Le comento que justamente las cajas tienen ese límite para personas que, como yo, solo llevan pocas cosas y se las llama por algo "cajas ràpidas". Sigue en su obstinaciòn y me ofrece pasar primero. No gracias, le contesto, no es cuestión de apuro es cuestión de educación, para algo creamos reglas. Tal fue su empecinamiento que, llegadas doce unidades, hizo cortar y pagò la cuenta pero esperò a que su compañera pasase sus elementos y luego pagó la segunda cuenta!
De esta manera, violò o no la regla? Entiendo que sì, o quizá peor aùn, la acomodò a su conveniencia. El cajero no pudo poner objeciòn. Yo quedé pensando, ¿somos asì? o es que nuestra cultura siglo XXI tocó tope y comenzamos el retroceso, la caìda de valores que en una época tuvimos y hoy ya no cuentan?
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